lunes, 17 de agosto de 2009

DELHI, 5 AGOSTO 2009 TUMBA DE HUMANYU


El 5 de agosto amaneció como había anochecido en Delhi, con calor. Tampoco por la noche el termómetro daba tregua ya que no bajaba de los 32 grados. Así que nos esperaba un día durante el cual tampoco se podría decir eso de "¡jo, que calor!", pero que lo piensas a la vez que empapas el pañuelo en sudor. Pero todo tiene ventajas. Al sudar tanto las paradas técnicas al WC se distanciaban en el tiempo y en la necesidad.
Preparadas las maletas y recontadas al subirlas al bus nos encaminamos, antes de dejar Delhi, a visitar la tumba de Humanyu, otro lugar patrimonio de la humanidad.

Después de las explicaciones del guía todos a subir a la plataforma donde el edificio cobija la tumba y a buscar la famosa tumba del barbero, luego nos dimos cuenta, que terminó siendo otro edificio que había en los alrededores. Al salir, oh sorpresa, o por lo temprano de la mañana o por lo apartado del lugar no vimos ningún vendedor de tantas estupendas "varietés". Finalizada la visita tocaba adentrarnos en la carretera que nos llevaría a Jaipur, pasando por el palacio de Samode.
La carretera es para contar y no parar... Los camiones, últimos modelos casi todos, además de la carga, llevaban otra carga menos pesada: multitud de bollos, de pinturas, de colorines, de banderines... Algunos parecían la feria. Por el calor (y por el poco refrigerante que llevan) muchos de ellos permanecían dejados (que no aparcados) en las orillas de la carretera (no hay arcén ni nada parecido). De repente podías ver motos de 2o años llevando a cinco personas encima, o coches donde, no sé como, cabían 10 personas. Los intermitentes no existen. En camiones y autobuses un ayudante del conductor hace señas con el brazo. Pero existe la bocina, vaya si existe y es la que avisa de todo tipo de maniobras. Los camiones, atrás, llevan la inscripción Horm please (pita por favor). Y para que hablar de los ultra modernos tractores, algunos de fabricación propia, más parecidos a bombas de ataque masivo, al verlos sueltos, y a veces en dirección contraria, por las carreteras. Eso sí, todavía no existen las circunvalaciones de los pueblos y la carretera-autovía se convierte en la Main Street de cada localidad por la que pasa. Y para colmo de males, un momento que nuestro fitipaldi conductor iba a la vertiginosa velocidad de 60Km/h le clavaron una multa por exceso de velocidad. Así no es de extrañar que las distancias no se midan por kms sino por el tiempo que cuesta en recorrer la distancia. Ejemplo: 200 kms unas 5 horas.
Tras la odisea, y penetrar en lugares donde el tiempo se detuvo ya hace tiempo, llegamos al palacio de Samode. Como siempre, la India te envuelve de paradoja y contradicción. El pueblo, que debió ser bellísimo y que lo volvería a ser con una buena lavado de cara y algún que otro retoque, pero que se veía pobre, sucio y dejado, escondía un palacio de cuentos de las mil y una noches. Todo tan medieval que de repente no sabías si ibas en autobús o en una máquina del tiempo. Menos mal que nuestros amigos los vendedores de "varietés" estaban al acecho, esperando nuestra bajada del autobús para recordarnos que éramos turistas cargados de Euros para derrochar.
Tras la comida, otra tanta de vendedores y al autobús, dirección a Jaipur. Al llegar nos esperaban los rickshaw para dar un paseo por el centro de la ciudad. Pero esto os lo cuento en el próximo post.

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